Precaución amigo conductor

23 abril, 2012


¡QUE NO! ¡¡¡ME NIEGO!!! Lo siento, pero soy incapaz de rodar una hora y media o más dando vueltas y más vueltas como una peonza a un circuito de 800, 900 ó 1000 metros… ¡no puedo! Por eso, cuando me toca un rodaje largo y no puedo irme al monte o a Santa Cruz (para correr por la avenida hasta Las Teresitas) me armo de valor (porque falta hace) y me lanzo por alguna carretera comarcal con la intención de que el entreno en solitario sea un poco más ameno si voy corriendo hasta La Orotava, La Victoria o El Puerto, La Matanza o Los Realejos… siempre dependiendo del punto de salida.
Una procura hacerlo bien: voy siempre por la izquierda (salvo que la seguridad sea mayor si se va por la derecha) llevo una camiseta reflectante y me arrimo lo más posible al borde de la carretera…
Siempre reduzco en los cruces, aunque tenga preferencia, al igual que en los pasos de peatones pero aún así…
Ya no vamos a hablar de los que aparcan en la acera (si es que tienes suerte de entrenar por algún lugar que la haya…) haciéndote saltar a la carretera (así me hice yo una vez un esguince…) ni de los que abren la puerta sin mirar antes por el espejo a ver si se aproxima algún peatón, ni de los que salen de su aparcamiento sin mirar más que para el lado que les interesa y… si tu te acercas por el otro… ohhhhhhh… se siente… ¡GAME OVER!
No vamos a hablar de los que se incorporan a la general por la que tú vas corriendo y tienen un STOP  pero… como no vienen coches… y tú… tú eres… tú, PUÉS TE JODES Y TE ESPERAS!!!
No vamos a hablar de los que aprovechan para soltarte algo que ellos consideran “un piropo” o cagarse en algún familiar tuyo (vivo o muerto). Por eso empecé a llevar cascos (aunque muy bajitos para poder escuchar los peligros que me acechan…)
No vamos a hablar de los que terminan su cigarro y tiran la colilla por la ventanilla sin mirar…
Entonces… ¿de quién vamos a hablar? Pues de aquellos que hacen que me encomiende a “Nuestro Señor de los Retrovisores” cada vez que salgo a entrenar, para que me proteja y consiga que llegue sana y salva al final del camino, sin que ningún espejo me rebane alguna parte importante de mi cuerpo y me deje inservible para deportes varios…
Por eso, hago una llamada a la prudencia y al respeto del peatón-corredor-paseante-ciclista… para que mantengan la distancia de seguridad con nosotros y no nos hagan ir con los pelos de punta, siempre alerta y con las uñas largas por si tenemos que saltar fuera de la carretera y aferrarnos a algún peñasco como monos en la selva.
(Esta historia está basada en hechos reales y no he dejado nada a la imaginación… pero seguro que muchos de vosotros tenéis todavía más cosas que aportar…)
RAQUEL CUEÑA

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amén

vdsandino dijo...

Totalmente de acuerdo. Probablemente si uno llevase una pelota en los pies se nos trataría de otra manera... Jajajaja. El puñetero futbol es el único deporte respetado. El resto somos colgados que no tenemos nada mejor que hacer... JEjeje. Saludos

Fabio Mzungu dijo...

Por no hablar de los que cogen una curva muy cerrada y pasan a escasos milímetros de los pies. Saludos.

 
 
 

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