¡QUE NO! ¡¡¡ME NIEGO!!! Lo
siento, pero soy incapaz de rodar una hora y media o más dando vueltas y más
vueltas como una peonza a un circuito de 800, 900 ó 1000 metros… ¡no puedo! Por
eso, cuando me toca un rodaje largo y no puedo irme al monte o a Santa Cruz
(para correr por la avenida hasta Las Teresitas) me armo de valor (porque falta
hace) y me lanzo por alguna carretera comarcal con la intención de que el
entreno en solitario sea un poco más ameno si voy corriendo hasta La Orotava,
La Victoria o El Puerto, La Matanza o Los Realejos… siempre dependiendo del
punto de salida.
Una procura hacerlo bien: voy
siempre por la izquierda (salvo que la seguridad sea mayor si se va por la
derecha) llevo una camiseta reflectante y me arrimo lo más posible al borde de
la carretera…
Siempre reduzco en los cruces,
aunque tenga preferencia, al igual que en los pasos de peatones pero aún así…
Ya no vamos a hablar de los que
aparcan en la acera (si es que tienes suerte de entrenar por algún lugar que la
haya…) haciéndote saltar a la carretera (así me hice yo una vez un esguince…)
ni de los que abren la puerta sin mirar antes por el espejo a ver si se
aproxima algún peatón, ni de los que salen de su aparcamiento sin mirar más que
para el lado que les interesa y… si tu te acercas por el otro… ohhhhhhh… se
siente… ¡GAME OVER!
No vamos a hablar de los que se
incorporan a la general por la que tú vas corriendo y tienen un STOP pero… como no vienen coches… y tú… tú eres…
tú, PUÉS TE JODES Y TE ESPERAS!!!
No vamos a hablar de los que
aprovechan para soltarte algo que ellos consideran “un piropo” o cagarse en
algún familiar tuyo (vivo o muerto). Por eso empecé a llevar cascos (aunque muy
bajitos para poder escuchar los peligros que me acechan…)
No vamos a hablar de los que
terminan su cigarro y tiran la colilla por la ventanilla sin mirar…
Entonces… ¿de quién vamos a
hablar? Pues de aquellos que hacen que me encomiende a “Nuestro Señor de los Retrovisores” cada vez que salgo a entrenar,
para que me proteja y consiga que llegue sana y salva al final del camino, sin
que ningún espejo me rebane alguna parte importante de mi cuerpo y me deje
inservible para deportes varios…
Por eso, hago una llamada a la
prudencia y al respeto del peatón-corredor-paseante-ciclista… para que
mantengan la distancia de seguridad con nosotros y no nos hagan ir con los
pelos de punta, siempre alerta y con las uñas largas por si tenemos que saltar
fuera de la carretera y aferrarnos a algún peñasco como monos en la selva.
(Esta historia está basada en
hechos reales y no he dejado nada a la imaginación… pero
seguro que muchos de vosotros tenéis todavía más cosas que aportar…)
RAQUEL CUEÑA
3 comentarios:
Amén
Totalmente de acuerdo. Probablemente si uno llevase una pelota en los pies se nos trataría de otra manera... Jajajaja. El puñetero futbol es el único deporte respetado. El resto somos colgados que no tenemos nada mejor que hacer... JEjeje. Saludos
Por no hablar de los que cogen una curva muy cerrada y pasan a escasos milímetros de los pies. Saludos.
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