La salida desde la Playa del Socorro.
El mes de Agosto normalmente es un mes que me tomo de descanso, aprovecho las vacaciones para desconectar un poco, se entrena menos, más corto y menos intenso, pero bueno, también hay que mantener la motivación y tener algo en la cabeza que mantenga las ganas de hacer algo. Claro, el ver que los compañeros se están dando "caña de la buena" preparando UTMBs, Bluetrails, etc... no ayuda mucho a la desconexión, pero claro, no apetece darme madrugones y subir a Las Cañadas con los calores que hay, no es plan.
Bueno, pues eso, toca entrenar cerca de casa y levantarse un poquito más tarde. Este año me he propuesto varios retos de esos que uno siempre tiene en la cabeza pero que con los entrenamientos largos vas aplazando y dejando para mejor ocasión. Son esos pequeños retos que cuando estás entrenando te van pasando por la cabeza y te dices -tengo que hacerlo-. No hace falta ponerse un dorsal, la competición es contra uno mismo.
El sábado pude intentar el primero, llevaba mucho con él en la cabeza y más que físico, que también lo era, se trababa sobre todo de un reto psicológico. La salida era en la Playa del Socorro y la meta se encontraba en las antenas de La Corona, a 760 mts. sobre el nivel del mar. Ese recorrido lo he realizado mil y una veces con multitud de variantes pero siempre lo había hecho corriendo sólo los tramos menos pendientes, el sábado había que hacerlo corriendo sin parar un solo metro, ese era el objetivo. Los que conocen la zona saben los fuertes desniveles y las zonas técnicas que tiene por lo que, por lo menos a mi nivel del montón, el desafío era grande.
A las 7 de la mañana estaba en la playa, a esa hora no hay problemas para aparcar, preparo la riñonera con isotónico, caliento un poco y estiro algo. Pongo el cronómetro, aunque el tiempo es lo de menos y empieza el desafío. Empiezo a trotar por la calle de la playa, unos metros de llano y empieza el desnivel. Pongo un ritmo cómodo que no me sube demasiado las pulsaciones, no llevo MP3, ni cámara, ni GPS, sólo yo y mis sensaciones.
Hasta la carretera general que va hacia Icod, la subida es constante por asfalto, esto sólo ha empezado y las fuerzas van bien. LLega el primer descanso, hay que bajar unos cien metros por la carretera para enlazar con la pista que sube a la izquierda, esto da un respiro para lo que viene ahora.
Empieza la segunda parte de subida, primero por tierra, la mente se desconecta y disfruta viendo volar a unos cernícalos que pelean por echar a un aguililla de su territorio, el desnivel va aumentando poco a poco y la pista de tierra continua ahora por una calle asfaltada. Se trata de una larga recta, hay que agachar la cabeza para no sufrir demasiado, la visión de las antenas en La Corona, por encima de la ladera de Tigaiga no ayuda, pero bueno, las fuerzas siguen bien. Se termina este tramo y hay que coger a la izquierda por el barrio hasta la cruz donde empieza de nuevo el desnivel.
Primero por una pista de cemento y luego por el camino real que nos lleva a la carretera que va a Icod el Alto. El terreno se vuelve técnico y hay que ir buscando los apoyos para los pies. Sorprendentemente, pese a las piedras y el esfuerzo acumulado, la cabeza no flaquea y sigo corriendo. El sol ya pega pero no hace daño. LLego a la carretera y las piernas se toman un descanso llaneando hacia la izquierda, hacia el Caserío de Madre Juana. Allí me espera el tramo final de subida.
Voy corriendo por una "ruta del colesterol" con unas impresionantes vistas del Valle que me sirven para estirar la zancada y refrescarme algo con el botellín.
La zona de llegada en La Corona.
LLego a Madre Juana, cruzo la calle y empieza fuerte la cosa, unas escaleras que me permiten ver como voy de fuerzas. Sigo sorprendiéndome, estoy bastante entero, el tramo de carretera me permitió recuperar algo. Empieza de nuevo el sendero técnico pero la cercanía de la "meta" me anima, por primera vez miro el reloj y creo que puedo incluso bajar de la hora. Esto me da nuevas fuerzas e incluso subo el ritmo, llego a las últimas rampas, el suelo se vuelve de piedra y eso indica que estoy llegando, unos último escalones y estoy arriba. Miro el reloj, 56 min. y 50 seg. y reto conseguido.
Como premio, un trago del botellín y las impresionantes vistas desde la pista de parapentes. Me concedo dos minutos para recuperarme y comienzo la bajada de nuevo a la playa, a trote tranquilo y disfrutando. Por el camino voy pensando en el bañito que me voy a dar al llegar a la playa y como no, ya preparando el reto de la semana que viene, tengo varios pero creo que ya sé cual toca...
LLego a la playa con un total de una hora y veinticinco minutos de entreno, estiro algo, el bañito de rigor y para casa a desayunar con la familia. Un nuevo reto conseguido, así da gusto salir a entrenar.
E. P.
E. P.
8 comentarios:
Muchísimas felicidades Emilio. Da envidia solo de leerlo. Sigue contandonos esos retos que a muchos nos encantan!!!
Estas hecho un maquina Emilio,yo conozco menos la zona,pero para lo que recuerdo has hecho una machada.Asi si da gusto volver a casa eh!,que te echen lo que sea despues,jejejeje.Te mando un saludo Don Emilio
Muy buena tío, lo importante es conseguir los retos que uno se marca, superar tus expectativas y la recompensa el buen sabor de boca que se te queda. Felicidades
Estas hecho un titán, después de esto y la vuelta al valle, que tienes pensado....
vaya, vaya!!
Uno pasando calor en los entrenamientos y tu pasándotelo bien con estas cosas, tu si que sabes ;)
Saludos!
Pues yo si conozco bien la zona, ¿como pudiste terminar la pega que sube a Tigaiga? y la que va a la alfombra de la madre Juana? jooder Emilio cada día me sorprendes más, así no hay quien te acompañe en un entrenamiento. bueno, nos vemos prontito en Septiembre que tenemos que decidir asuntos importantes. ja ja ja
Saludos
Adán, ¿lo más difícil? no parar en el chorro de Madre Juana para meter la cabeza debajo, jejeje...
Si te animas, el próximo reto, más cerca de casa todavía ;-D
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